Con auténtica vocación paneuropea, el gigantesco proyecto del Atlantikwall alemán dió lugar entre 1941 y 1944 a la construcción de más de 15.000 estructuras de hormigón a lo largo del litoral occidental. Baterías, búnkers y otras instalaciones militares impusieron una peculiar configuración a la costa, instrumentalizándola para someterla a funciones de vigilancia y defensa. Despojados de esa misión militar, hoy son muchos los vestigios del muro que pueden ser avistados a lo largo del litoral, principalmente en playas de Francia, Holanda, Dinamarca y Noruega. La presencia de estas construcciones, rotunda e inevitable, sigue imponiendo una huella histórica de escala inmensa en su entorno inmediato. Sin embargo, esa permanencia no resulta inmune al paso del tiempo, y su naturaleza no subsiste con carácter inalterable. Muy al contrario, los elementos integrantes de esta geografía de hormigón se encuentran sometidos a un proceso de cambio constante, tanto en su configuración como en su relación con el entorno concreto.
La exposición Atlantikwall. Arquitecturas bélicas en las playas del oeste propone una exploración de las identidades del Muro Atlántico acercándolas a la escala del tiempo presente a través de 46 fotografías de gran formato realizadas por los artistas José Froján y María Fernández. Transcurridos más de 60 años desde su construcción, la instalación defensiva, el modo en el que se manifiesta y relaciona con su entorno más inmediato, ha evolucionado. El resultado de esa evolución protagoniza las imágenes presentes en esta muestra que podrá visitarse hasta el mes de julio en la Fundación Luis Seoane.
Artistas: María Fernández y José Froján